Las empresas, como las especies animales, sobreviven en su entorno, solo en función de su permanente adaptación al medio, para lo que anticiparse a los cambios resulta imprescindible.
A menudo hablamos de la cultura innovadora como un concepto deseable a incorporar en las empresas como antecedente de la innovación. Sin embargo, no nos ponemos de acuerdo en su grado de incidencia, ni siquiera en que sea una condición necesaria, y menos aún, entendemos todos lo mismo por cultura. Lo máximo con lo que la mayoría está de acuerdo es que cultura innovadora es una característica del ambiente empresarial que favorece el desarrollo de cambios para el bien de la organización.
[box border=»full»]Sin embargo, un concepto tan abstracto sin incidencia tangible en los resultados, especialmente en el campo empresarial, nos parece algo interesante pero inútil: un concepto light.[/box]
Vamos a intentar aclararlo…
Malinowski dice que cultura es un conjunto integral constituido por los utensilios y bienes de los consumidores, por el cuerpo de normas por los que se rigen los diversos grupos sociales, por las ideas y artesanías, creencias y costumbres, y que un nivel cultural de vida significa, a su vez, que nuevas necesidades aparezcan y nuevos imperativos o determinantes sean impuestos a la conducta humana. Esta definición se centra en lo observable, lo tangible de la cultura.
Me resulta particularmente interesante este enfoque porque, por un lado, aborda los elementos de la cultura abriendo la posibilidad de analizarla en función de ellos, y por otro, incide en el aspecto tecnológico, aludiendo a los utensilios, a los productos, como los bienes de los consumidores y artesanías, a lo social u organizacional a través de las normas y costumbres, a lo ideológico por medio de las ideas y las creencias, y recoge el aspecto dinámico y por consiguiente adaptativo de la cultura, por la aparición de nuevas necesidades y nuevos imperativos o determinantes. Estaremos de acuerdo en que la tecnología, los productos, la organización, lo ideológico y el dinamismo son perfectamente trasladables al concepto de cultura empresarial.
El segundo elemento del binomio es la innovación, sobre la que aún hoy en día sabemos relativamente poco. El primero en abordar de manera clara la incidencia de la innovación o el cambio tecnológico en la economía fue Schumpeter cuyos escritos datan sólo de los años treinta del siglo pasado. Los estudios sobre innovación en el entorno de la empresa y cómo se produce, datan fundamentalmente de los años setenta y ochenta, desde el estudio de la dinámica de la innovación tecnológica por un lado, y la aproximación desde la economía industrial por otro. Por lo que respecta a cultura empresarial e innovación, los primeros artículos académicos datan igualmente de los años ochenta . Intentemos pues verlo de otra manera.
Si volvemos al concepto de cultura, nos podemos preguntar ¿el uso de qué tecnologías caracterizan a las empresas con culturas innovadoras? ¿Cómo se caracterizan sus sistemas organizacionales? ¿Qué creencias y valores asumen? ¿Cómo son sus estilos de liderazgo? ¿Cómo son sus productos? ¿Cómo potencian su dinamismo y capacidad de adaptación? Estos conceptos ya no parecen tan light.
Dice, Csikszenmihalyi autor del bestseller “Flow” y otros muchos libros sobre creatividad y psicología, que esta resulta de la interacción de un sistema compuesto de tres elementos:
[box type=»note» border=»full» icon=»none»]- Una cultura que contiene reglas simbólicas
- una persona que introduce la novedad en el dominio simbólico
- y un campo que reconoce y valida la innovación compuesto por expertos
Una cultura que contiene reglas simbólicas es para Csikszenmihalyi, ni más ni menos, un dominio de conocimiento como pueden ser las matemáticas, la física, la pintura o el derecho, que conforman subapartados o campos de la cultura. Se refiere a las reglas simbólicas para indicar que los dominios tienen lenguajes propios, o maneras particulares de comunicarse.
Esto significa que para innovar en un determinado dominio, éste se ha de conocer previamente así como sus lenguajes. Para crear música hay que saber música y sus lenguajes, para innovar en matemáticas hay que saber matemáticas y sus símbolos.
[box border=»full»]Para innovar en negocios hay que conocer los entornos en que nos movemos y los modos en que en ellos se opera y se comunica.[/box]
Csikszenmihalyi va más allá y dice que para que una persona sea creativa ha de internalizar todo el sistema que hace posible la creatividad. Antes de realizar una obra maestra los artistas han copiado e interpretado muchas obras de sus predecesores: las han interiorizado. Antes de escribir un artículo que avanza en el conocimiento, los investigadores leen, releen y citan a sus predecesores. Esto sugiere que también es preciso conocer quiénes van a realizar la validación de la propuesta innovadora. En el caso de la música, el público; en el derecho, los jueces; en la ciencia, los académicos; y en los negocios, los mercados y los accionistas.
[box border=»full»]El resultado del ejercicio creativo, la innovación, ocurre como tal tras una validación, y su éxito lo determina su permanencia en el tiempo.[/box]
Funciona de manera similar a las mutaciones genéticas en la biología, donde las que permanecen son las que favorecen la adaptación de la especie al entorno. De ahí que se aluda habitualmente al carácter evolutivo del conocimiento, y la innovación como su determinante. En 1976, Richard Dawkins introdujo el concepto de los memes, algo análogo en la evolución de la cultura, a los genes en la de la biología.
Para innovar pues, es preciso previamente conocer y saber de nuestro entorno y los actores que validarán nuestras propuestas. Es, según hemos visto, el primer paso y el fundamental para crear.
[box border=»full»]Por tanto, las culturas innovadoras se caracterizarán por ese ejercicio de búsqueda de información y conocimiento (Inteligencia Competitiva)[/box]
Además interiorizan y presentan propuestas validables. Adquirieren y desarrollan herramientas para ello (tecnologías), desarrollan productos según las necesidades de sus clientes, cuidan el ser rentables para sus accionistas, fomentan el networking y la generación de iniciativas, defienden la creatividad como un valor y gozarán de estructuras organizativas que les permitan adaptarse de manera continua a los cambios, sin renunciar a lo demás. La cultura innovadora ya no sera light, pero sera como estar en una nube.
[1] SCHUMPETER (1934): «Teoría del Desarrollo Económico», Harvard Business Press Cambridge[2] ABERNATHY W. J. (1976): “Production Process Structure and Technological Change” Harvard Business Review, Harvard Graduate School of Business Administration,
[3]ABERNATHY W. J., UTTERBACK J. M. (1978) «Patterns of Industrial Innovation» en Innovation over Time and in Historical Context Section I
[4] MORCILLO P. (2007); “Cultura e Innovación Empresarial”, la Conexión Perfecta International Thomson Editores,
[5]Csiksenmikalyi, Mihalyi ((1997): “Creativity”, Harper Perennial, New York,
Rafael Zaballa es persidente de IMAGEO empresa especializada en innovación y gestión del conocimiento aplicado en organizaciones.